«Proletkult», traducido del ruso como «cultura proletaria», fue una iniciativa creada en 1917 y que operó hasta 1932, aunque realmente perdió todo su vigor a mediados de los años 20 debido a las críticas demoledoras que recibió de muchos de los protagonistas de la Revolución de Octubre (1917). Este artículo será una breve recopilación del origen, propósitos y consecuencias del experimento cultural que fue «Proletkult», grupo que hoy, no es casualidad, es reivindicado por trotskistas, lukácsianos, maoístas, mariateguistas, luxemburgistas, decadentistas, y un largo etcétera. Sobre dicho grupo se ha escrito y blanqueado mucho, especialmente entre las páginas de los órganos de expresión revisionistas, quienes han intentado falsificar la realidad y presentar dicho proyecto como una «libre y honesta expresión de autoorganización del proletariado», mientras que su producto ha sido calificado «como una de las más altas expresiones de arte revolucionario», una mentira que no resiste el más mínimo análisis.
Lejos de lo que han asegurado simpatizantes y detractores, «Proletkult» no puede considerarse como el organismo ejemplar que cumplió el proyecto cultural del bolchevismo. Más bien debe estudiarse como un foco representativo de la época que, más allá de aspectos positivos, también reflejó los experimentos y obstáculos que tuvieron los propios bolcheviques a la hora de llevar a cabo su programa cultural. En no pocas ocasiones los Lunacharski, Krúpskaya, Lenin, Pokrovski o Yákovlev tuvieron que intervenir constantemente en las cuestiones de «Proletkult» para poner orden ante los intentos de varios integrantes de este organismo, los cuales intentaron usarlo como plataforma alternativa y contrapuesta al poder bolchevique. No menos cierto es que el desafío temporal que supuso «Proletkult» fue una representación de las discrepancias internas entre la propia cúpula gobernante sobre el camino cultural a tomar, fruto de la inexperiencia y/o las dificultades en la aplicación de los acuerdos. Pero no hay mal que por bien no venga, el «caso Proletkult» sirvió para aclarar, avanzar y definir una política que, sin ir más lejos, en lo artístico derivó en el llamado «realismo socialista», algo que sabemos incomodó a los elementos más díscolos del poder revolucionario.
Vayamos al meollo de la cuestión, ¿cuáles fueron los focos de tensión entre el gobierno bolchevique y los «proletkultistas» más obstinados? Esto lo abordaremos en los siguientes bloques:
1) ¿Puede el proletariado tener y desarrollar su cultura?;
2) Futuristas, constructivistas y productivistas y sus propuestas sobre el arte;
3) ¿Cuál fue la posición de los bolcheviques sobre la cultura heredada?;
4) ¿Qué papel deben tener los antiguos y nuevos intelectuales en la nueva sociedad?;
5) ¿Cuáles eran los «grandes proyectos regenerativos» de los «proletkultistas»?;
6) Realismo vs formalismo en el teatro, la poesía y la música;
7) Bogdánov, la «tectología» y la cultura proletaria;
8) ¿Por qué «Proletkult» fue reprendido públicamente y reorganizado?;
9) Los intentos de presentar a Lunacharski como un liberal de las artes;
10) ¿Fue el «realismo socialista» un arte plano, falso y dogmático?